Estoy relajada, me acuesto en mi cama, con una presión en el pecho y de pronto entra tú, me miras sin que yo lo note aún, te imaginaba así pero ahora estabas ahí, mirandome con esos tus ojos míos, te sientas, te siento, te vas deslizando al lado mío y puedo olerte y percibir tu respiración, sentir tu aliento, abro mis ojos para constatar la realidad y estás ahí echado junto a mi, el corazón ya muere por explotar y dejar salir todo lo que está sintiendo, late a mil por hora y con la fuerza de dos mares, se abre la compuerta e intercambiamos lo que sentimos es entonces que abro los ojos nuevamente y cuánto deseo no haberlo hecho, tu no estabas ahí, estaba soñando y toda la ilusión se había ido, pero es tan fuerte es lo que me haces sentir, que se quedó siempre conmigo.
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Siento que mi corazón crece, cada segundo un milímetro, cada vez que respiro y pienso en tí al mismo tiempo, ya no me cabe en esta cavidad y me da miedo además algo oprime no lo quiere dejar crecer, es como una red que se empeña en ajustar algo que sin querer no ha dejado de crecer…esta red ya presiona tanto que osa herir mi joven corazón, que me dice dejate ser, sueltate ya o me partirás en pedazos que no podrás unir, la razón entonces obedece al corazón y se suelta y vive…se libera y dice te quiero, se libera y piensa te extraño, se libera y anhela “como no estás a mi lado”
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Permíteme fijarme en tí y robarte una mirada e interpretarla como indicio de correspondencia ansiada y a estos sentimientos que si bien, quizás, no son por ti o hacia ti aún, quieren serlo…estos sentimientos que gritan por un camino, como un río que regresa a su cauce con gran furia para recordar a cualquiera el poder de su naturaleza. Sentimientos estancados que tan sólo con abrir la compuerta fluirían y se desbordarían a velocidad de mil por hora…Dame una mirada, dame un indicio, dame un destino y desempacaré mis sentimientos.
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